viernes, 9 de enero de 2015

El Decreto Pontificio de la Coronación de la Virgen de los Dolores.

Ya tenemos aquí el 2015, este año será un año inolvidable para todos los devotos de Ntra. Sra. de los Dolores Coronada y para Córdoba en general, pues no olvidemos lo que de boca del insigne 
D. Fermín Pérez se proclamará como un “dogma” para la ciudad:

“Córdoba, por Ti, ha cambiado
su nombre, y por tus favores,
a los pies de tus fulgores
donde sus salves derrama,
¡ahora, Dolores, se llama
Córdoba de los Dolores!"

Este año conmemoramos el Cincuentenario de la Coronación Canónica de la Stma. y Devota Virgen de los Dolores, venerada desde hace más de trescientos años en la Iglesia Hospital de San Jacinto. Pero para iniciar, bien, este año debemos conocer que ocurrió y que peculiaridades tiene la historia de la Coronación de la Señora, es por ello, que hoy damos a conocer el Decreto de la Coronación Pontificia de la Virgen de los Dolores. Este decreto tiene la característica que es “de los de mayor rango” pues viene sellado y firmado por el Secretario de Estado del Vaticano, que es el rango más alto de la jerarquía vaticana tras el Santo Padre.



"El Papa Pablo VI
Para recordatoria futura."

En la Ciudad de Córdoba se venera con intensidad, según nos han comunicado, a la Bienaventurada Virgen Dolorosa, cuya preclara imagen se expone en la iglesia de San Jacinto. Ciuda del fomento de esta piedad, de una gran manera, la Hermandad titulada del Santísimo Cristo de la Clemencia y de Nuestra Señora de los Dolores; y en determinadas épocas del año, en especial el Domingo de Pasión enfervoriza a innumerables ciudadanos. Por lo que se refiere a esto, es conveniente recordar que cada año el Viernes de la Semana Santa organiza con un solemnísimo rito un Sagrado Cortejo en el que una ingente muchedumbre de fieles va detrás de la Imagen Dolorosa.
Tampoco defraudo a los cordobeses de sus necesidades la amantísima Madre; habiendo en efecto acudido a ella con sus oraciones en ocasión de calamidades públicas y de otros sucesos de importancia les ofreció su amparo y les llenó con la abundancia de sus favores.

A fin de promover y de cuidar más este culto, la Hermandad antes citada Nos ha hecho llegar sus preces para que concediéramos que esta misma Imagen fuese coronada con corona de oro. Con Nuestro Nombre y autoridad hemos decidido acceder con mucho gusto a dichas preces que estaban ampliamente recomendadas por el Venerable Hermano Manuel Fernández Conde, Obispo de Córdoba, y favorablemente informadas por el Hermano Enrique Dante, Arzobispo titular de Carpasia, Secretario de la Sagrada Congregación de Ritos.

Por todo lo cual, habiendo considerado atentamente todas estas cosas, por estas letras y en virtud de Nuestra Autoridad Apostólica, encargamos al mismo Obispo de Córdoba que, en un día que el mismo pueda elegir, impongan en nombre  Nuestro y con Nuestra Autoridad Apostólica, después de la Misa y según el rito y la formula permita, una corona de oro a la Imagen de la Bienaventurada Virgen María, o sea a Nuestra Señora de los Dolores que sé conserva piadosamente en la citada iglesia de San Jacinto.

Nos, no dudamos que estas sagradas solemnidades revestirán en bien de la Religión y en aprovechamiento espiritual del pueblo; conferimos igualmente que los fieles cristianos de esta Ciudad, más área de toda la Diócesis de Córdoba, se sentirán estimulados en amar y acevar cada día más a la Madre de Dios.

Sin que obste nada en contrario.

Dado en Roma en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, día veinte de octubre, del año mil novecientos sesenta y cuatro, segundo de Nuestro Pontificado.

H.J. Cardenal Cicoquani.


Secretario de Estado”