El
3 de abril de 1921 el hermano mayor Agustín Marín Carrillo de Albornoz propone
la realización de una peana de plata, andas del mismo metal y nuevo manto para
la Santísima Virgen que, anunció, sería bordado por las religiosas servitas del
hospital. La idea y la necesidad estaba lanzada, anticipándose al nuevo periodo
de esplendor que vivirá la Semana Santa de Córdoba. También influiría la
necesidad que tenía la hermandad de poseer por fin un manto propio y no depender
del capricho del capellán de turno. Inmediatamente se constituye una junta
encargada de la provisión de fondos necesarios para la ejecución de estos
proyectos que inmediatamente cuentan con el respaldo del recién llegado prelado
Adolfo Pérez Muñoz.
En
julio de este año se presenta en junta de gobierno un proyecto de boceto del
manto que es dictaminado por una comisión de expertos aunque imaginamos que la
conclusión no sería positiva ya que a los diez días la junta general de
hermanos aprueba la convocatoria de un concurso para elegir el dibujo
definitivo. Las bases especificaban que el estilo debe ser al más puro
renacimiento español ocupando la mayor parte del manto y teniendo intercaladas
alegorías de la Santísima Virgen o de la Pasión. Además, sus dimensiones deben
ser de 4,50 metros de largo por 3,60 de ancho. Concurrieron a este concurso un
total de 19 trabajos de toda España y el 28 de agosto de dicho año, ante el
notario Francisco Rodríguez Gonzalo, se falla el primer premio que corresponde
al dibujo presentado bajo el lema “Sine Labe Concepta” por Ricardo García de
Vargas.
Inmediatamente,
inicia el ganador el traslado a escala 1/1 del boceto premiado labor que
coincide con el fallecimiento a los 24 años de su esposa Laura Amo víctima,
como dijo la prensa, “de los deberes de la maternidad”. Firmado el contrato con
la madre Mª Circuncisión de Jesús, las Adoratrices comenzaron el bordado
cobrando ocho mil pesetas en concepto de mano de obra.
En 1923 se suspende la procesión del Domingo de Ramos y se sale sólo el Viernes Santo para lucir así el nuevo manto de la Pasión o de los Dragones que en número de cuatro tiene bordados. La recaudación concluye arrojando la cifra de 19.057,49 pesetas. Fueron las hermanas servitas quienes se encargaron de completar el dibujo inicial bordando la zona que rodea la espina central del manto. Esta comunidad religiosa renunció a cualquier tipo de haberes.