Por las
prioridades informativas de la época, han llegado hasta nosotros datos sobre el
traje que usó en su visita al hospital de los Dolores o de quién era el coche
de caballos que llevó aquella tarde.
Sabemos que
el 17 de septiembre de 1862 era el dia previsto para dar por finalizada su
estancia en Córdoba, pero por la fiebre catarral que desde días atrás padecía
el rey Francisco de Asís, hubieron de permanecer una jornada más en nuestra
capital, dedicando la reina las horas de la tarde a una visita maratoniana a
diversos centros benéficos y religiosos. Acompañada de la infanta Isabel (que
más tarde sería conocida por “La Chata”), Isabel II, iba vestida con traje
blanco con guarniciones verdes y tocada con velo y rica y brillante corona.
A las
cuatro horas y treinta y cinco minutos de la tarde llegaba al hospital de San
Jacinto. Para recibir a la reina se encontraban a la puerta del mismo el obispo
Juan Alfonso de Alburquerque, primer patrono del centro y director de la casa.
Isabel II y su hija oraron ante la Virgen de los Dolores para, seguidamente,
recorrer la sala frente a la capilla en la que había 33 camas aseadas y
limpias, con otros tantos venerables ancianos que elevaron al cielo sus descarnados
y temblorosos brazos pidiendo a la Reina de los Cielos felicidad para la mejor
reina de la tierra, según recoge Maraver Alfaro.
Tras
contemplar los seis versos en octavas que adornaban las otras tantas ventanas
bajas del hospital de San Jacinto, así como la iluminación extraordinaria que
lucía la fachada, Isabel II volvió a subir al coche para visitar el hospital de
Jesús Nazareno y la iglesia de San Rafael, regresando al palacio Episcopal,
donde se hospedaba, tras pasar por la Victoria, en donde se había organizado
una feria en su honor.