El pintor
Julio Romero de Torres nace en Córdoba el 9 de noviembre de 1874, rodeado desde
la cuna de un clima artístico. Su padre, Rafael Romero Barros, dirigió el Museo
Provincial de Pintura, fundó la Escuela de Música y la Escuela Provincial de
Bellas Artes, organizando y dirigiendo además el Museo Arqueológico. De todos es
sabido que el famoso pintor es uno de los personajes más ilustres que ha dado
la ciudad y que ha llevado a Córdoba por todo el mundo. Sus pinturas han sabido
trascender a lo largo del tiempo y han dejado una impronta de nuestra tierra. Las
obras en las que nos vamos a centrar especialmente son “La Saeta” (1918) y “La
Consagración de la Copla” (1912).
Estas dos
pinturas son llevadas a cabo por Julio Romero en los años que vivió en Madrid y
en ellas recrea el alma de la ciudad con fondos arquitectónicos y paisajes
imaginarios. Era muy usual este tipo de pintura en el que situaba rincones o edificos en lugares diferentes e impensables en la realidad.
En “La Saeta” representa la Semana Santa de Córdoba. Podemos
apreciar a Ntra. Sra. De los Dolores tras el Cristo de Gracia en una procesión
que recorre el entorno de la ribera del Guadalquivir. En la plaza de Capuchinos, en la fachada de la Iglesia de San Jacinto se puede observar una copia de dicha pintura en un retablo cerámico de tonos añiles.
“La Consagración de la Copla” fue uno de
los cuadros más importantes de los que se
presentaron a la Exposición Nacional de 1912. Un total de diecisiete figuras aparecen en el
primer plano de la composición. Algunas de ellas son personajes conocidos de su
tiempo o cercanos al entorno de Julio Romero, incluso aparece, en un lateral,
el autorretrato del pintor. Aquí de nuevo
aparece la Virgen de los Dolores, esta vez en la otra orilla del río y de
repente, como fondo arquitectónico en el centro, la iglesia de Santa Marina.
El otro
episodio de la vida de Julio Romero de Torres ligado a la Señora lo encontramos
en su despedida terrenal. El 10 de mayo de 1930 fallece el pintor y en el itinerario del féretro desde su
casa en la plaza del Potro hasta el cementerio de San Rafael, su última
despedida de la ciudad tuvo lugar en la iglesia de San Jacinto, ante la Virgen de los Dolores, donde se le
rezó un responso y se interpretó la ‘Reviere’ de Schuman a cargo de la
violinista almeriense Cristeta Goñi, el pianista Carlos Gacituaga y el
violoncelista Rafael Gant.