La festividad
de los Dolores de Nuestra Señora empieza a celebrarse con solemnidad en el
templo catedralicio a partir de 1680. En abril de ese año el maestrescuela y
canónigo del cabildo Francisco Antonio Bañuelos y Murillo cede una Dolorosa de
Pedro de Mena que posee en su casa para que se le haga en el altar mayor la
fiesta religiosa:
“[…] el señor D. Francisco Antonio Bañuelos,
maestrescuela y canónigo, auía donado una imajen de Nuestra Señora en
representación de los Dolores a la Iglesia para que a las vísperas y día de
esta festiuidad se ponga en el altar mayor y concluida la fiesta se vuelva a su
casa por el consuelo y devoción que tiene y que después de sus días quede a la
Iglesia, que es joia mui preciosa”.
El prebendado
condiciona la donación de la imagen, cuyas calidades artísticas se encomian, a
que se levantara una capilla en el recinto catedralicio, donde pudiera
venerarse por los fieles. Al no cumplirse el requisito exigido, la Dolorosa se
colocará en 1682 en el altar mayor de la iglesia conventual de los
alcantarinos, cuya fundación había patrocinado el doctor Francisco Antonio
Bañuelos. La institución
de memorias de misas y fiestas religiosas en el mencionado período en honor de
los Dolores de la Virgen constituye asimismo una prueba evidente de la
propagación de la devoción a esta advocación mariana pasionista. Sirva como
ejemplo la cláusula del testamento otorgado en marzo de 1705 por doña Juana de
Vacas, quien dota en la iglesia de los trinitarios descalzos una solemne fiesta
dedicada a los Dolores con misa cantada, sermón y exposición del Santísimo:
“Dª. Juana de Vacas, doncella honesta, donó
unas casas con huerto de moreras en la calle Empedrada, que es la que va desde
el convento a San Juan de Letrán, para que en cada un año perpetuamente haga la
fiesta en su día de los Dolores de María Santísima en esta forma. Por la mañana
missa cantada y a la tarde se manifieste el Santíssimo con toda dezencia y ayga
Sermón de dichos Dolores”.
En este
contexto hay que situar la petición hecha de Juan Salvador Amo a finales del
siglo XVII al general de los Siervos de la Virgen María, fray Juan Francisco
María Poggi, para fundar una congregación bajo el título de Nuestra Señora de
los Dolores en la iglesia del hospital de pobres incurables de San Jacinto.
La próxima semana continuaremos con la trayectoria histórica
de la Congregación Servita y el origen de la Hermandad de Nuestra Señora de los
Dolores Coronada.